jueves, 23 de octubre de 2014

La cartera

“Chico, se te ha caído la cartera”, me dijo. Pero yo miré al suelo, hacia todos lados, y no vi nada. ¡La tenía a buen recaudo en mi bolsillo! Aquélla era mi parada, y antes de bajar me la quedé observando, sin comprender. Sábado siguiente, el mismo autobús, la misma luna en la madrugada. “¿Recuperaste tu cartera?”. Me di la vuelta atónito y allí estaba ella, con esos ojos rotundos y esa melena negra. Y en mi bolsillo, esta vez no había nada. “Sabía que la ibas a perder. Todos perdéis algo alguna vez”. Y seguí viéndola semana tras semana y terminé por perderlo todo, de la cabeza a los pies. Y todavía hoy, mientras la contemplo dormida en la cama, me pregunto si aquella cartera con mi corazón dentro no estará prisionera bajo su almohada.

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