domingo, 22 de junio de 2014

Bajo el Sena

Desde aquel crucero que surcaba el río con arrogancia, la noche iba descubriendo un París enigmático y velado. Propios y ajenos ávidos de extraer su intensa fragancia al amparo y protección de las sigilosas estrellas.
Cuando aquel joven, que se había levantado con la vida en la mirada y la pasión en los labios, se topó con las tinieblas al arrojarse por la borda aquella madrugada, nadie pudo ni quiso entender que, en ocasiones, el desamor más repentino, París y su luna llena, con su resplandeciente cuchillo que desciende punzante hasta el filo de la tierra, provocan efectos devastadores que ni la misma belleza ni la segura llegada del alba consiguen recomponer. Recelos y sospechas sofocados para siempre bajo las sempiternas luces de la ciudad, bajo el Sena.

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