
El 2 de septiembre Manolo abría la
puerta para dejar la basura sobre el felpudo. Vestía de Papá Noel, las
barbas blancas desparramadas como el sudor de su frente bajo las gafas. El
matrimonio de enfrente se disponía a bajar en aquel momento a la piscina, con
sus chanclas, bañadores y toallas. Lo miraron fijamente. Siguieron observándolo
sin decir nada. De fondo, las notas del ay el chiquirritín queridito del alma.
Manolo se quitó el gorro con borla
blanca y les devolvió al fin la mirada.
- Ya… Pero es que así el niño come.
Así sí come…
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