jueves, 7 de mayo de 2015

La ensalada del chef

Entre sutiles cabriolas llega a la mesa 12, de mantel de hilo y servilletas bordadas, la ensalada de ostras del chef. El cliente acomete el primer bocado. “Ya verás, es un manjar de dioses”, confiere tras probarla. Su acompañante dirige el tenedor hacia el plato. Las ostras muestran su frescura entre un discreto caldo de cerezas al cava. Observa la mezcla, se detiene en la achicoria que acoge a los bivalvos, prolonga la visión y retira después el cubierto de plata. Lleva de nuevo sus ojos hacia la porcelana y le muestra al marido el hallazgo. “Vamos, mujer, esto es un restaurante de lujo, no puede estar ahí por azar…”, replica él tras examinarlo. “Por supuesto que no. Te concedo esta exquisitez”, resuelve ella. “Mi regalo de aniversario”. El marido, sin dudarlo, mece el tenedor entre sus dedos y selecciona cuidadoso la muestra de la vajilla italiana. La recibe en su boca, comienza a saborear sus pinceladas.  “Lo que te decía, querida. Delicioso. El clímax de la armonía culinaria”, otorga ante su inmóvil esposa, la cola del verde gusano abriéndose paso entre los labios.

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